Sucesión gubernamental

DE FONDO

Fernando Díaz de León Cardona

Que yo recuerde, previo a los tiempos de Don Antonio Rocha Cordero, “la dedocracia” se encontraba en su máxima expresión. O era el presidente de la República o el gobernador en turno quien tomaba la iniciativa para impulsar “al tapado” en el estado. El segundo se involucraba de lleno al proceso, pero era el presidente quien finalmente decidía.

Antonio Rocha Cordero, terminó su gobierno e impulso al entonces senador Guillermo Fonseca Álvarez a la gubernatura del estado y dejó en el camino a Florencio Salazar Martínez. Florencio se enteró de que no sería el elegido cuando Miguel de la Madrid le dijo en una visita a San Luis Potosí: “Mis mejores deseos para que pase una feliz navidad en el Senado de la República”, el destape de Fonseca sería meses antes.

Después, la llegada de Carlos Jonguitud Barrios fue un arreglo cupular, el gobernador Fonseca Álvarez, no tenía la fuerza política suficiente para imponer a su relevo. Jonguitud había alcanzado su plenitud vitalicia en el magisterio y ello lo habría encumbrado a la candidatura al gobierno de San Luis Potosí.

Posteriormente, con el apoyo de Miguel de la Madrid y con la fuerza del PRI, se designó a Florencio Salazar Martínez como candidato al gobierno del estado. Desempeñándose Florencio como delegado del CEN en Yucatán se vino para abanderar las causas del PRI. Sin problemas ganó la elección.

En su desenvolvimiento como gobernador se le atravesó en el camino la magistocracia y el propio Jonguitud, que no se resistía a perder el poder, así como grupos locales encabezados entonces por el exrector Alfonso Lastras Ramírez y el propio doctor Salvador Nava Martínez que se opuso a la designación de Guillermo medina de los Santos como alcalde de la capital.

Todo lo anterior llevó a dimitir a Florencio Salazar después de haber asumido el cargo, – y de ahí, la consecuente descomposición política que atrasó al estado por cerca de 25 años. Miguel de la Madrid solo se limitó a decirle a Florencio que su tiempo había terminado, de tal suerte que llegó por designación presidencial y recién desempacado de la Suprema Corte de Justicia, Leopoldino Ortiz Santos.

Fueron cuatro años de fiesta y con aparentes vacíos de poder. Leopoldino no gobernaba, eran los tiempos fuertes del PRI, del Grupo Universidad, del propio líder de Vanguardia Revolucionaria del Magisterio, Carlos Jonguitud y ya se comenzaban a crear condiciones favorables para el resurgimiento del movimiento civilista encabezado por Salvador Nava Martínez.

El relevo presidencial ya se había dado. Carlos Salinas de Gortari era el presidente de la República que encarceló al dirigente petrolero Joaquín Hernández Galicia “La Quina”; impuso el terror en Sindicatos fuertes como el SUTERM y en PEMEX y desde luego en el SNTE. A todos sus líderes los neutralizó y pasaron bajo el control total del Estado.

Al terminar el interinato de Ortiz Santos, el presidente de la República mando a la candidatura priista a Fausto Zapata Loredo, quien ganó las elecciones en 1991, – sin embargo, por presiones del movimiento navista, fue obligado por decisión presidencial a solicitar licencia tras 14 días de mandato.

Así es como llega Gonzalo Martínez Corbalá, enviado también por la presidencia de la República.

Al año de un gobierno interino, el Congreso del Estado, por indicaciones de la Secretaría de Gobernación propuso a Teófilo Torres Corzo, quien gobernó interinamente solo por siete meses en tanto que el PRI había lanzado su convocatoria para elecciones extraordinarias.

Carlos Jiménez Macías no la quiso a pesar de que el asesor presidencial estrella José Córdova Montoya se la puso en charola de plata. Carlos decía que él se había preparado para ser gobernador de 6 años y no de cuatro.

Otra vez, por órdenes presidenciales, llegó Horacio Sánchez Unzueta para contender, ganar y concluir el período constitucional de 4 años. Obvio que ni Leopoldino, ni Gonzalo, ni Teófilo y ni Fausto, jugaron un papel de sucesores; fue el centro quien tomo las decisiones.

Sánchez Unzueta ganó limpiamente la elección y tuvo la habilidad de negociar y arrinconar al navismo y a otros grupos locales tradicionales. Se podría afirmar que Horacio sentó las bases para que las nuevas transiciones se dieran en forma más o menos tranquilas.

Horacio no solo gobernó bien, sino que preparo a su relevo y tuvo la fortaleza política para convencer al ya presidente Ernesto Zedillo de que el candidato del PRI debería ser Fernando Silva Nieto. Así, dejó en la antesala a Juan Ramiro Robledo, a Carlos Jiménez Macías, a Yolanda Eugenia González Hernández, a Manuel Medellín Milán y a Elías Dip Ramé.

De ahí; lo que sucedió al término del mandato de Silva Nieto, no se sabe a ciencia cierta si fue una negociación o un descuido para que llegara la alternancia del PAN con Marcelo de los Santos Fraga que, igual hizo un buen gobierno a pesar de haber enfrentado a Luis García Julián, pero a un PRI dividido por obra y gracia de los adversarios políticos de Fernando Silva y de Horacio Sánchez Unzueta.

Don Marcelo trató de no meterse mucho en la sucesión, el PAN lanzó como su candidato a Alejandro Zapata Perogordo y el PRI a Fernando Toranzo Fernández, quien, siendo secretario de Salud del gobierno panista y luego triunfador en las elecciones del 2009, traicionó al gobernador de los Santos Fraga, intentando inhabilitarlo, imponiéndole una multa escandalosa y buscar procesarlo penalmente, cosa que evidentemente no logró.

La llegada de Toranzo se inscribe en un comentario hecho por el propio Horacio Sánchez Unzueta revelándome que, en un viaje a Santiago de Chile, convenció a la líder nacional del PRI, Beatriz Paredes Rangel de que fuera Toranzo el candidato del tricolor.

Así ocurrió y Horacio se convertía en “la mano que “Mesía la Cuna”. El país seguía gobernado por el PAN.

Con esto, Horacio mostraba su capacidad, influencia y fortaleza política, al grado de incidir en la llegada de Juan Manuel Carreras López que venció a la panista Sonia Mendoza Díaz.

En ese entonces, el gobernador en turno, es decir Fernando Toranzo, solo cumplió con la consigna de patalear, hacer berrinche y condicionar al PRI para que su sucesor fuera Carreras López, pero fue el mismísimo Horacio quien manejo la sucesión gubernamental con la estructura de la “Fundación Colosio” debido a que el priismo local estaba fracturado y enfrentado.

El gobierno de Carreras pasó sin pena ni gloria. Que hizo sus diabluras sí. El, junto con Toranzo avalaron el encarcelamiento y persecución del ahora gobernador José Ricardo Gallardo Cardona que enfrentó en el 2021 una verdadera elección de Estado.

“Carreras era el titiritero” se decía en círculos cercanos al gallardismo que venció por el PVEM a la coalición PAN-PRI-PRD encabezada por Octavio Pedroza. Que hubo voto diferenciado, también, el candidato del PRI Enrique Galindo Ceballos ganó la alcaldía capitalina.

Podría decirse que, con la postulación de Pedroza Gaitán, el entonces gobernador Carreras López incidía en dejar sucesor, sin embargo, su actitud tenebrosa y de no abrir los ojos a otros horizontes; militantes priistas y panistas se la cobraron votando por El Pollo Gallardo, dejando a su suerte al panista Pedroza Gaitán. De ahí para acá es otra historia.

El Gobernador José Ricardo Gallado Cardona, ha dicho abiertamente que meterá las manos en el proceso de sucesión gubernamental en 2027. Mal haría si no lo hace. Esto anticipa, y es de esperarse – desde luego, una dura elección entre Morenistas y Verde-Ecologistas.

No dice nombres ni tampoco el gobernador se compromete o se deja enganchar, pero tiradoras, tiradores y traidores los hay, y muchos.

Lo que no debe perder de vista El Pollo, es que la sucesión se ha dado históricamente bajo condiciones políticas diferentes, en coyunturas o escenarios montados o propicios. No ha sido siempre el gobernador el gran elector.

Aun cuando su aportación para concretar el segundo piso de la Cuarta Transformación le concede cierta autoridad moral y política, podría ser él o definitivamente la presidenta de la República Claudia Sheinbaum la que en última instancia determine quién será el relevo, ya lo veremos.

La historia muchas veces se repite. El presidente de la República proponía a los candidatos a Gobernadores, Senadores y a los Diputados Federales. Correspondía a los gobernadores proponer a los diputados locales y en ocasiones a los alcaldes. No siempre, porque estos se consideraban decisiones propias del pueblo.

Con AMLO muchas cosas cambiaron y con Claudia tal vez continúen, es cuestión de tiempo para ver.

Hasta pronto

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