DE FONDO
Fernando Díaz de León Cardona
Ante lo contingencia presentada en la Huasteca Potosina, nadie con tantita calidad moral o un poquito de vergüenza y dignidad podrá decir que el gobierno del estado no hizo su parte. Que si lo hecho por otros; principalmente quienes buscan reflectores algo se llevaron, que bueno, al final del día, al morral siempre hay que cargarle algo.
Las redes sociales, antes que causar “alarma” y noticia, solo se evidenciaron ante los hechos. En San Luis Potosí, a diferencia de otras entidades en desgracia, no hubo muertos ni desaparecidos. La respuesta es sencilla, las autoridades federales, estatales y municipales la vieron venir y se prepararon para evitar daños mayores.
Se hizo lo que se tenía que hacer. Primeramente, con el respaldo de la fuerza pública, – es decir, retirar a las familias en riesgo inminente al habitar en zonas cercanas a las riveras de los ríos. Lo demás resultaba incierto e impredecible.
A la población se le alerto del desbordamiento y desfogue de la presa de Zimapán y de las consecuencias en los ríos de la Huasteca potosina. Se hizo con 12 horas de anticipación y de ello se encargaron la CONAGUA y los alcaldes de San Vicente, Tanquian de Escobedo, Tamazunchale y Axtla, entre otros.
Que si el gobernador era el único que llevaba chaleco en esa lancha que a la que se subió, esas son mamadas. El riesgo era para las comunidades indígenas y no para las autoridades. A todos por igual, se les atendió y se les brindo la mejor ayuda posible. Si no se ve así, esa es otra cuestión.
Que nunca faltan los damnificados profesionales, también es cierto, en una contingencia así, surgen grupos, organizaciones y personas que se quieren lucir o reivindicar. Ante una situación así, finalmente resulta criminal quien busque politizar la desgracia o que se quiera capitalizar el dolor ajeno.
Hace 30 años, presente lo tengo yo, sí estuvo la llamada maldita herencia. Horacio Sánchez Unzueta enfrento de inicio y hasta el final los efectos del Huracán Gert que igual devastaron a la Huasteca Potosina.
Tal vez con una visión distinta, pero se fajó como los meros machos. Ciertamente. Eligio-coptero pedía el aparato para vigilar El Arroyo de “Los Gatos” y Antolín Etié que se supervisara la Laguna de Patitos.
Fue necesario, entonces, el uso de la fuerza pública para retirar a los pobladores de las riveras de los ríos. “Primero era la vida de niños, mujeres y hombres antes que los derechos humanos”. Obvio que se evaluó concienzuda y responsablemente cualquier acción y desalojo.
En plena contingencia, a varios presidentes municipales, se les descubrieron bodegas con víveres y alimentos echados a perder, es decir, – frijol con gorgojo, catres, despensas, lámparas y cobijas echados a perder. Eso les restó credibilidad y respeto.
A lo mejor en esta contingencia faltó el DIF, el sentido común y algo de inteligencia. Me refiero a que bien pudieron crear cocinas comunitarias en refugios temporales, “más no albergues” por aquello de las condiciones sanitarias y efectos inmediatos y posteriores a un fenómeno como el que se presentó en la Huasteca potosina.
Por lo pronto la ayuda y el respaldo oficial, federal, estatal y municipal está llegando. Otros hermanos de la caridad hacen lo suyo repartiendo despensas pero sin saber cómo y quiénes es que lo articulan. Algunos partidos políticos, casi todos, quieren llevar agua a su molino.
¡Total! de la desgracia todos se benefician menos los verdaderamente afectados, en fin. Sin duda, faltarán, recursos suficientes para atender a la gente, su patrimonio, sus necesidades y la infraestructura dañada. Los demás que se esperen o se jodan.
Hasta pronto