Infame respuesta de Sheinbaum al asesinato de Carlos Manzo.

CAMINANTE

Toño Martinez

Es inconcebible e irritante, una burla para los mexicanos sedientos de paz, orden y justicia que la presidenta Claudia Sheinbaum haya politizado y culpado como es su costumbre a la derecha, a ex presidentes y conservadores del asesinato de Carlos Manzo Rodríguez alcalde de Uruapan, en lugar de asumir su responsabilidad no solo para condenar el homicidio, ordenar la inmediata investigación del caso y pedir perdón no disculpas a su familia y a Michoacán por no haber podido brindarles la seguridad que necesitan.

No en balde la aprobación de Claudia Sheinbaum ha venido cayendo y del 71% que tenía al final del primer trimestre de ser presidenta, al 69.7% de acuerdo con la encuesta Mitofski y la antipatía por su desdén a la violencia, crece y se enardece.

Con solo escucharla y mirar su rostro sombrío, refleja que cada vez le cuesta soltar el patrón de conducta que le impone su tutor y amo López Obrador Andrés Manuel, incapaz de asumir que ella es la mandataria y actuar en consecuencia: para todo mandatario primero debe ser el pueblo y después los delirios psicológicos de un individuo alexitimico.

Si el vaso de la paciencia de los mexicanos contra un gobierno que a su pesar de tener al país en llamas por la inseguridad sigue evidenciando clara tendencia protectora a la delincuencia, recibe todos los días gotas de furia, acontecimientos como la muerte de Manzo Rodriguez y de 8 alcaldes más asi como 24 mil homicidios en su corto período de mandato, comienzan a derramarlo.

Es el gobierno donde la vida no vale nada, parafraseando a José Alfredo Jiménez y no es un aforismo, es la pura y cruda verdad por suponer que somos reemplazables y no, eso jamás.

La presidenta tiene que dejar los fantasmas del pasado y atender a México; librarse de esos paráclitos oscuros que le sembró el de Tabasco, pero ni el intento mínimo hace para conjurarlos. ¿O que le sabrá la mano peluda que nomás parece ser le truena los dedos y “lo que usted diga señor”.

No fueron ni son Calderón, ni Peña, Fox o Salinas los culpables de tanta desgracia y derramamiento de sangre; ahora, así hayan tenido sus errores garrafales, si no ya los hubiera metido a la cárcel.

No puede seguir construyendo un gran panteón para dolor, sufrimiento y angustia de la gente.
Y pregunto, ¿tiene conciencia?.

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