Del terror al respeto y admiración por las serpientes.

El impresionantemente encuentro con boas, coralillos y cascabel.

Toño Martínez

Pocas experiencias pueden resultar tan traumáticas como un encuentro repentino con serpientes, y más si son la impresionante boa mexicana o “mazacuata”, la llamativa coralillo o la letal cascabel; estás últimas entre las mas venenosas del mundo.
Mi primera experiencia con víboras ocurrió desde pequeño, 8 o 9 años cuando mi padre adquirió un terreno en la naciente colonia San Rafael de Ciudad Valles, construyó la casa y nos llevó a vivir rodeados de maleza y árboles; para mis hermanos y yo fue como ir a otro universo donde despertábamos entre canto de aves, parloteo de cotorras cruzando el cielo y ruidos de otros animales.
Fue ahí donde entré en contacto con las víboras coralillo de llamativos anillos en color amarillo, negro y rojo, que aparecían en el patio de la casa y nosotros jugueteabamos con ellas usando varitas y cuando las tocábamos sin saber el peligro mortal que implicaban, se revolvían tratando de escapar.
Había otras serpientes pero escapaban al escuchar el ruido.
Años más tarde y aficionado a la caminata y trote que inicio antes del amanecer y rutas por lugares poco poblados con la primera claridad del día, tuve un encuentro con una enorme mazacuata; estaba atravesada en una calle recién abierta en un fraccionamiento rústico sin ninguna construcción aún pero cubierta de maleza a ras del suelo, al Oriente de la Ciudad. Por cierto nunca se concretó y es un terreno abandonado
A unos 20 metros de distancia de mi, observé lo que parecía ser un poste de madera que fácilmente media 4 metros de largo.
Continúe con el trote suave y al acercarme me dí cuenta que el supuesto tronco tenía manchas semejantes a rombos en colores café oscuro, canela gris y marrón; la curiosidad venció al miedo natural y me acerqué para descubrir que se trataba de una víbora descomunal sobre las que poco o nada sabía.
Intenté alejarme lentamente, pero por alguna razón el gran ofidio comenzó a desplazarse pesadamente haciendo eses y sacando la lengueta bífida hasta perderse en la maleza.
Otros contactos con boas se dieron dos veces más y tuve la oportunidad de retener una boa que me entregó un camionero que la encontró herida en la carretera Valles Río Verde.
Junto con un hermano, Jorge, la resguardamos en un recipiente donde se acomodó, la
curamos con antisépticos para animales pero aunque le dabamos piezas de pollo y ratones no comía y decidimos liberarla en la vegetación de las faldas de la reserva de la Biosfera El Abra – Tanchipa.
Investigando después sobre el comportamiento de las serpientes mazacuatas y de otras especies supe que ellas cazan sus propios alimentos no comen carroña.
Otra experiencia con ofidios fue con serpientes de cascabel; una estaba a no más de cinco metros delante de mi en un rancho de Tamuin, donde por cierto había matado un semental de la raza cebú al morderlo; estaba camuflada entre la hojarasca y solo me di cuenta por el sonido de su cascabel; es la única víbora que no huye ante la presencia de personas como las demás, permanece enroscada con la cabeza erguida en posición de ataque por lo que se debe tener precauciones al caminar por el pasto, en veredas o caminos poco transitados.
Esa ocasión solo la observé y me retiré.
Otra vez estuve a punto de ser atacado por una víbora nauyaca que son muy peligrosas y su veneno hace efecto muy rápido.
Se encontraba entre paja de caña que recogíamos para elaborar alimento para vacas, y esa vez fue mi hermano quien me alertó pues caminaba derecho a ella.
Una anécdota más relacionada con serpientes, fue la vivida una vez que el abogado Victor Palomares ex sub Procurador de Justicia en la huasteca; me acompañó a correr en el libramiento Sur y no se dió cuenta de una coralillo que estaba sobre el pavimento precisamente donde pondría el pie de derecho, alcancé a gritarle “¡cuidado!” haciendo que desviara la zancada para no pisarla.
Se puso cenizo del susto y tuvo que darse una barrida con una chamana que usó plantas sedantes, le decía “vente Victor no te vayas” mientras le apretaba la cabeza con las manos y le sobaba aguardiente; al final le pasó por todo el cuerpo huevos del amor de gallina negra para sacarle el espanto y aún así le duró un buen tiempo durante el cual la curandera le ordenó colgarse al cuello el cascabel de una serpiente macho. Todavía lo trae.
Ahora se que las víboras son imprescindibles para la salud de los ecosistemas y de campos de cultivo, porque limpian de roedores como ratas, ratones, tuzas y otros que dañan las plantas.
Son reptiles que no atacan, a menos que las provoquen o se sientan amenazadas.
Septiembre y Octubre son los meses cuando las víboras con más frecuencia por ser la época de apareamiento, y llegan a invadir viviendas cercanas a los bosques e incluso se les ha encontrado en la zona centro, sobre todo las “mazacuatas”
Si encuentra alguna y a pesar de lo impactante de su tamaño no intente atraparlas y menos matarlas porque están protegidas.
Mejor llame a Protección Civil.

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