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Corcholatitas potosinas

Voces de San Luis

Leónidas Fernández

El gobernador José Ricardo Gallardo Cardona, tiene prisa en seguir haciendo las cosas bien, – y para ello, no ha cejado en su determinación de seguir haciendo movimientos hacia el interior de su gabinete para que las cosas funcionen mejor.

Apenas lleva dos años; le queda espacio suficiente para consolidar su proyecto político. El tiempo lo tiene a su favor si se mantiene en la ruta correcta y si no despierta falsas expectativas o no calienta la plaza como empieza a percibirse.

De que, en el ámbito aldeano, el Pollo tiene a sus corcholatitas, pues sí. Si las tiene. A lo mejor algunas son de esas como las que regalaba la Pepsi Cola, de esas chiquititas que se podían lucir como prendedores en camisas baratas.

Apenas estaremos entrando a septiembre. Todavía faltan dos semanas para que se decida quién va por la Cuarta Transformación y quien por el Frente Amplio por México.

En el contexto local, estamos hablando de que faltan tres o cuatro largos meses para que se defina quienes serán los candidatos a una posición de elección federal, estatal o municipal.

Anticipar los tiempos o calentar los ánimos, no es malo. El gobernador Gallardo ha sido claro en el sentido de que quien quiera jugar un cargo de elección popular tendrá que renunciar. Nada de que piden licencia y luego regresan cómodamente a su escritorio si bien no les va.

Seguramente el gobernador sabe quiénes son. Tiene claro a quienes empujará, a quienes alentará o frenará y a quienes finalmente impulsará. También sabe desde ahora quienes no serán, y, por mucho que le busquen, se revuelquen o hagan pucheros y berrinches, esos no llegarán.

Al Godfather, como muchos le dicen de cariño al mandatario potosino, por supuesto que respaldarán sus iniciativas y sus propuestas. El secreto está en que le respondan, que no le fallen y que no lo traicionen. Del joven mandatario podrán decir misa, pero es un gobernante identificado con el pueblo, modesto y sensible.

Si El Pollo se tiene que sentar con los económicamente poderosos y transitar con algunos que ha considerado como “herencia maldita”, pues tendrá que hacerlo. Con humildad, con prudencia e inteligencia. La guerra sucia y mediática que él y su familia padeció no lo conducirá a ningún lado si la quiere revivir.

No requiere de incondicionales o sicarios de la pluma para reducir al adversario. Con que ejerza el poder con autoridad moral, con responsabilidad, con sensibilidad y prudencia política, hará de su figura un gobernante fuerte y les cerrará la boca a muchos que lo han defenestrado o pretendido ridiculizar.

Por lo pronto, Ricardo Gallardo seguirá paseando a las corcholatitas. Se hará acompañar de ellos, aunque sea para que hagan montón. Ojalá que el gobernador no olvide que su llegada fue producto de un fenómeno político, justo en la coyuntura y ruptura de otros.

En San Luis Potosí, el pedigrí cuenta, y mucho, lamentablemente seguimos siendo un estado conservador.

Hasta luego.

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