Buen viaje… amigo
Cuando un amigo se va……
Para aguacates…los del Padrino
Y el chile también
Por Fernando Díaz de León Cardona
Lo conocí hace 18 años. El hombre me dio su confianza, todo el cariño y afecto. Sus hijos, hijas y nietos son buenos hombres y mujeres. La mayoría buenos cazadores. Hombres de campo al fin. Todos Estuvieron siempre presentes en sus momentos alegres, críticos y difíciles.
Nunca se arredró. Parecía venado y con el ojo en la mira no había paloma, alguna cola blanca, guajolote o jabalí que se le pelara. Tenía la mirada fina y bien puesta; cauteloso, y picaresco.
Se aventaba sus tequilas y junto con él, sus canciones de mayor recuerdo. Siempre inspirado en su pasado y buenas costumbres.
Fue un hombre talentoso, migrante, trabajador en todo; entregado a su familia y dedicado a su rancho; un espacio en el que todos los días se cuajó para satisfacer su alegría, sus emociones y pasiones.
La cría de cerdos y el cultivo de guayaba fueron sus meros moles, nunca se rajó, por el contrario, alentó a hijos y nietos a continuar su legado.
Siempre lo hizo y aunque su rancho parezca desierto, siempre hay alguien de sus hijos y nietos dispuesto a continuar su tradición de lucha y trabajo.
El solo hecho de haberlo conocido, nos trajo a mi esposa, hijos y a mí, no únicamente grandes recuerdos de la vida, sino de la solidaridad y la buena amistad. Como olvidar esos momentos de bohemia que vivimos juntos.
“Todos pechos tierra”, decía cuando la estatal husmeaba y nos buscaba en la zona de cacería. La policía estaba siempre muy lejos y cuando se los topaba, bien que sabía torearlos. Fue un hombre de leyes y siempre estuvo en regla, respetaba condiciones.
Siempre le pelaron los dientes, si acaso, lo pepenaron alguna vez, pero no cazando, sino en trayecto y portando un arma de protección personal, al final del día fue un hombre bragado, libre, brillante; era un viejo ranchero que se cuidaba y cuidaba a los demás, principalmente a sus hijos.
“Para los aguacates, los del Padrino y el mejor chile ni se diga”, lo presumía yo aquí en San Luis Potosí y en Aguascalientes. Se lo dije en el cumpleaños de su hija Jéssica en 2024, evento al que fue solo a saludarnos.
Cada año, las rejas de aguacate, guayaba, limón no faltaban, siempre su atención y enorme corazón.
Su casa de campo está rodeada de árboles, arbustos y frutales. La sierra, la mejor vista de la región. Un sitio hermoso y alegre cuando su esposa, Doña Coco, sus hijos, hijas, nietos y bisnietos lo acompañaban.
Siempre un viejo alegre, amiguero de los buenos, atento y dispuesto a dar lo mejor de él. ¡Quien lo podría olvidar!
En ocasiones la familia me pedía dijera palabras en algún evento especial. Mi respuesta siempre fue: “Es que son un chingo y no me acuerdo del nombre de todos”, “les ruego una disculpa, les decía”.
“A todos los conozco. Su entereza y calidad de hombres, mujeres, hermosas y hermosos niños los tengo en mi mente, pero son un madral”, les decía.
A mi amigo jamás lo olvidaré. Siempre recordaré los mejores momentos que pasé con él en los viajes a la pesca y a la huasteca potosina.
Nunca olvidaré el día que lo conocí y jamás olvidaré el día en que se fue. Buen Viaje, Querido amigo, mis respetos para usted y su apreciable y entrañable familia.
Siempre nuestra eterna memoria y recuerdo para EL PADRINO.
Nunca dejen de escuchar la canción de Alberto Cortez: “Cuando un Amigo se va”
Fernando y familia