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A ver si es cierto

DE FONDO

Fernando Díaz de León Cardona

En días recientes, he leído y escuchado que a los Notarios Públicos les llegó su fiestecita. Comentarios provenientes de personal que labora o cobra en el Congreso del Estado, – otros, de diputados mismos, conceden como un hecho una Reforma a la Ley del Notariado en donde quedará debidamente claro el procedimiento de selección y nombramiento de este privilegiado grupo.

Es del dominio público, que, los Notarios Públicos son cargos que los gobernadores en turno conceden a sus amigos, compadres o simplemente les otorgan un Fiat para cumplir compromisos políticos. Lo que sucede y las cosas que se manejan en su interior es como para causar miedo o terror. No en todas las notarías o todos sus titulares se prestan a chicanadas, pero de que los hay, los hay.

Muchas veces, los Notarios Públicos no son responsables de trámites chuecos que realizan algunos abogados o personas mal intencionadas o ventajosas. Un ejemplo reciente, es la escrituración de una casa realizada mediante un Poder General expedido por sabrá Dios quien, para despojar al beneficiario legítimo de una propiedad de una persona que falleció hace 15 años.

La escrituración se hizo en la Notaría Pública cuyo titular es el abogado Leonel Serrato Sánchez, – y su hermano, el Notario Adscrito. De entrada, en esa Notaría admitieron que ahí se había escriturado la casa y que el Poder General en que se basaron para su protocolo, provenía de la “Notaría No. 2” a donde se acudió a indagar, resultando que no…que no habían sido ellos quienes expidieron el Poder General.

En este caso, evidentemente que hubo una parte vendedora y otra parte compradora y lo que pudo suceder es que hubo una suplantación de identidad ya que la propietaria del inmueble había fallecido hace 15 años. Quien vendió, cometió desde luego un fraude y quien compró fue un incauto. Obvio que la Notaría en mención incurrió en responsabilidad legal toda vez que no se preguntó en el Registro Notarial sobre la expedición del Poder General. Ellos escrituraron y cobraron, qué más da, aunque dijeron que actuaron de buena fe y que creían en sus homólogos.

Lo cierto es que no hubo de por medio un juicio testamentario ni nada por el estilo. Simplemente quien delinquió, suplanto una identidad y con ello escrituró una casa que no era de su propiedad, y, los más grave, que la vendió sacando ventaja ya que nadie había reclamado la propiedad que ahora aparece a otro nombre en el Instituto Registral Catastral.

Este es solo un ejemplo de lo que ocurre en las Notarías Públicas, pero hay casos espeluznantes donde el despojo, el trafique, la suplantación de identidades, la corrupción interinstitucional en gobierno y municipio son el pan de cada día con registros y traslados de dominio. Lo cierto es que los Notarios Públicos no tienen un compromiso social.

Su cargo, saben que se lo deben al que fue gobernante y nada más. A nadie le rinden cuentas, cobran lo que quieren y se llenan de despachos con gente déspota o involucrada en los trafiques. Algunos fedatarios, o ya murieron, otros envejecieron o dejaron a sus progenitores o preferidos en la titularidad de las Notarías.

Estos muchachos, desde luego que no sienten ningún compromiso, incluso sus antecesores se incrustaron en la política de donde algunos alcanzaron una diputación local o algún cargo público o candidatura a algo, a lo que sea, menos a servir a la sociedad a la cual debieran deberse. Ni modo que no se sepa quienes son.

Hasta pronto

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