VOCES DE SAN LUIS
Por Fernando Díaz de León Cardona
La tragedia registrada la madrugada de este sábado en el antro denominado “RICH”, en el que perdieron la vida dos jóvenes y más de una decena resultaron gravemente lesionados al desprenderse el barandal de cristal que servía de contención o protección, es algo simplemente abominable.
Es inconcebible que esto suceda y que las autoridades estatales y municipales traten de eludir su responsabilidad. Del o los dueños hasta ahora nada se sabe, pero en este accidente, “si así le quieren llamar” se conjugan una serie de factores que nadie puede evadir o tratar de encontrar una explicación simple.
Primeramente, fue una total irresponsabilidad desarrollar un evento en un sitio limitado en espacio y en donde “se sabía” acudirían cientos de jóvenes. En segundo lugar, nadie puede ocultar cuales son los factores que incidieron y contribuyeron para que la tragedia se presentara.
Este hecho profundamente lamentable se inscribe en las siguientes causas: Primera: En la ambición desmedida por parte de los dueños en ganar más dinero. Segunda: En la irresponsabilidad absoluta en permitir el ingreso de un mayor número de asistentes pese a que la capacidad del antro no era suficiente para recibir a tanto joven.
Tercera: El que se admita o se vendan bebidas de alta graduación a adolescentes o menores de edad, es simplemente una cuestión criminal y, -Cuarta: El que la autoridad estatal o municipal esgrima que el antro operaba sin el conocimiento del evento o de los permisos de Protección Civil y Licencia Comercial correspondientes, representa un insulto a la inteligencia colectiva.
Significa un acto de total insensibilidad y una falta de respeto a los jóvenes fallecidos, a los heridos y sus familias. Unos y otros se avientan la bolita y buscan deslindarse de su responsabilidad.
Quien conoce de estos menesteres, sabe perfectamente que ninguna autoridad escapa a actos de simulación y corrupción. No deseo señalar a alguna dependencia estatal o municipal en particular, pero todos por igual son culpables de lo que ahí ocurrió.
Tratar de escurrirle al bulto es un acto de cobardía y de valemadrismo de lo que sucede en ese tipo de antros. No hay semana que no se registre algún hecho lamentable. Desde riñas hasta accidentes automovilísticos fatales.
Muchas voces, o desde el anonimato, se asegura que semana tras semana inspectores de Protección Civil y de Comercio, pasan a los antros, – por modestos que estos sean, por su respectiva mochada.
Si esto es verídico, ya es tiempo que tanto el gobernador del estado como la alcaldesa en funciones o el presidente electo, agarren el toro por los cuernos, hagan una limpia e impongan sanciones ejemplares.
Algunos podrán decir: “Solo hubo dos muertitos y algunos heridos”, sin embargo, – si no se actúa rápido, con atingencia y honestidad; lo sucedido la madrugada de este sábado no será un hecho aislado, sino el principio de mayores fatalidades y la más grande de las simulaciones por actos de indolencia, irresponsabilidad y corrupción.
Hasta pronto